NOTICIAS DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN

  • Información publicada por: Fernanda Borcosque
  • Fecha 18/03/2019

Revista La U

Viracocha en "Memorias de Tahuantinsuyu"

La vueta del inca Viracocha, en el relato de Elio Noé Salcedo.






Toda la historia inca –como la propia de los aztecas- está sobredeterminada por distintos augurios y profecías. La vuelta de Tici Viracocha es una de ellas. Después de un gran desarrollo territorial y cultural, sobrevinieron los sucesos que aquí se cuentan.

Por Elio Noé Salcedo

El Imperio Incaico había experimentado un proceso de acumulación de territorios desde la conquista del Cuzco, después de imponerse a chancas, collas, lupacas, huancas, chimus y chinchas y extender sus dominios hacia el Norte (Ecuador) o Chinchasuyu; hacia el Sur (Altiplano, Norte argentino, Cuyo y Chile) o Collasuyu, que, junto al Continsuyu (al Oeste) y Antisuyu (al Este), conformaban el Tahuantinsuyu o territorio total del Imperio Inca.

Desde tiempos inmemoriales, aquí, como en el otro lado del mundo, los territorios ya ocupados por otras tribus o pueblos se habían ganado después de un proceso de conquista. Los demás eran territorios de nadie. Y en la grande extensión de lo que sería América (a partir de 1507 se concebiría recién con ese nombre), eran más los territorios deshabitados que los conquistados. 

Tan desconocido era el territorio no habitado por los incas, que nominaban a sus confines -el Maule (Chile) y Quito (Ecuador)-, “las fronteras con la nada”. Llegar hasta las fronteras con la nada era el mandato divino que cada Topa Inca (Emperador inca) había recibido de Tici Viracocha y que transmitía a su descendiente en el trono. De esa creencia y convicción en el mandato divino devenía el poder y seguridad de los Incas para gobernar, conquistar y dominar la tierra que pisaban. [seguir leyendo]

(Fuente de la imagen: Viracocha (Fuente: https://traveltoeat.com)

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