NOTICIAS DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN

  • Información publicada por: Fernanda Borcosque
  • Fecha 06/09/2017

REVISTA LA U

El reformismo y el golpe del 6 de septiembre de 1930

El 87º aniversario del golpe militar que derrocó a Yrigoyen da pie a una nueva Crónica de la Reforma Universitaria.

En este texto de Elio Noé Salcedo, se cuenta que los argumentos o racionalizaciones de los líderes reformista olvidaban que la Reforma Universitaria le debía a Yrigoyen el triunfo del movimiento en 1918.


Es curioso pero no inexplicable que uno de los argumentos o racionalizaciones de los líderes reformistas para atacar al segundo gobierno de Hipólito Yrigoyen fuera “el mal gusto” y “la vulgaridad”, desconociendo los logros de su primera gestión y la misma orientación de la segunda. Olvidaban que la Reforma Universitaria le debía a aquel hombre el triunfo del movimiento en 1918 y que, por prevención contra la intervención del PEN, la contrarreforma había tenido que ceder –aunque fuera parcialmente- ante el movimiento estudiantil en 1929.
Si nuestra experiencia histórica no nos enseñara cómo se puede instrumentar una causa en Nuestra América en contra de los intereses nacionales y populares, llamaría la atención que Deodoro Roca se refiriera en 1930 al “déspota ridículo, doblado en apóstol” para atacar al hombre que había gobernado ocho años -1916-1922 - 1928-1930- sin un día de Estado de Sitio, que no había clausurado un solo diario de la prensa que lo injuriaba diariamente, y que acababa de indultar al anarquista Simón Radovizky. Más injusto era todavía negarle al yrigoyenismo “toda progresividad histórica como movimiento nacional y popular de su época”, asimilándolo al régimen oligárquico que justamente ese gran movimiento político había desplazado en 1916.
Probablemente, la situación provincial –“giro a la derecha” del radicalismo cordobés, ya sin Enrique Martínez ni Amadeo Sabattini- coadyuvó al error de perspectiva del cordobés Deodoro Roca: literalmente, el árbol no le dejaría ver el bosque.
Una variante del compromiso equivocado –que era el caso de Deodoro en esta crítica circunstancia-, era ocuparse de los problemas provinciales más que de los nacionales, o entender unos con prescindencia de los otros, que era el caso del movimiento estudiantil de Córdoba, enfrentado a dos proyectos gubernamentales provinciales de gran impacto social: la privatización de las fuentes hidroeléctricas y el establecimiento de la enseñanza religiosa, contraria a la bandera reformista de la educación laica. [...]

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