En 1870 egresó del Departamento de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires la primera cohorte de ingenieros de la Argentina. La Facultad de Ingeniería de la UNSJ recuerda y saluda a toda la comunidad en formación, graduada y profesional
El 6 de junio
es el día de la Ingeniería Argentina ya que, en esa fecha, en el año 1870,
egresó del Departamento de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires
la primera cohorte de ingenieros de la Argentina. El decano de la Facultad de
Ingeniería (FI) de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), Mario Fernández;
la vicedecana, Andrea Diaz, y equipo de Decanato saludan a estudiantes y
profesionales de la Ingeniería formados en esta casa y a quienes se desempeñan
en la comunidad.
Los pasos
iniciales
Del grupo
egresado en 1870, se destacó Luis Augusto Huergo, primer presidente de la
Sociedad Científica Argentina, agrimensor e ingeniero. Estuvo involucrado en
varias obras acuíferas, ferroviarias y portuarias en el país.
En 1917 se
recibió la primera ingeniera argentina, Elisa Beatriz Bachofen. Reconocida como
una referente de la profesión en Sudamérica, fue proyectista de puentes,
dirigió obras viales, integró el Instituto Nacional de Tecnología y presidió el
Consejo Nacional de Investigaciones científicas y técnicas industrial.
El hito
de la provincia
En 1952, Adela Esther Abraham se convierte en la primera
mujer agrimensora de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales ubicada
en San Juan, dependiente en ese entonces de la Universidad Nacional de Cuyo
(UNCuyo). Para 1957, se recibe de ingeniera geógrafa, también en la UNCuyo, siendo
la única mujer en esa profesión no solo de la Argentina sino también de toda
América Latina.
Con la tutoría del profesor Juan José Nissen, realizó su
tesis en el Observatorio Astronómico Félix Aguilar, donde luego trabajó
como calculista. Nissen tiempo después ofrece una propuesta a Abraham para
trabajar y especializarse en el Centro Atómico Bariloche, lugar que adoptó y en
el que se aplicó en cálculos de fuentes de iones.
A contracorriente de lo que la época destinaba a las
mujeres, desde pequeña presentaba un gran interés por las estrellas y bajo la
recomendación de un profesor de su colegio secundario estudió su ingeniería al
no existir en ese entonces la carrera de astronomía. Donó gran parte de sus
libros a la sala de lectura y biblioteca de la FI, en 1999.
Imagen: Paula Farías