El sábado por la tarde, en San Juan, distintas agrupaciones se movilizaron para exigir justicia por Brenda, Lara y Morena, las jóvenes asesinadas en Florencio Varela, provincia de Buenos Aires.
La
Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) se sumó a la marcha provincial por las
jóvenes asesinadas en Florencio Varela. El triple femicidio, generó conmoción y
dolor en todo el país. Las víctimas, Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara
Gutiérrez,
fueron asesinadas en un hecho que volvió a encender el reclamo social contra la
violencia.
La vicerrectora
de la UNSJ, Andrea Leceta, expresó: “Coincido con lo expresado en el
comunicado: no hay víctimas buenas o malas, todas somos víctimas. Reducir lo
que está pasando a meras estadísticas es tener una mirada simplista y
reduccionista del problema. La discusión no debería girar en torno a etiquetas
ni a ideologías, sino en qué hace la sociedad frente a este tipo de casos, cómo
los aborda, y cómo se protege a las mujeres. En lo personal, me afecta
profundamente porque tengo una hija de 15 años, y temo que una situación así
pueda tocarnos de cerca.”
Florencia
Ficcardi, secretaría de Bienestar Universitario de la UNSJ, también se expresó:
“Cuando ocurren casos como el que conocimos hace unos días, nos enfrentamos a
un golpe de realidad muy duro, que nos hace crujir como sociedad. Este caso en
particular no solo involucra violencia de género, sino también narcotráfico y
problemáticas estructurales que atraviesan a todo el país. Hablamos de una
realidad política, económica, social y cultural profundamente afectada. Y es
importante entender que muchas mujeres hoy no pueden asistir a una marcha o
involucrarse en el debate político simplemente porque están tratando de
resolver cómo darles de comer a sus hijos. Esa es, tristemente, la realidad
cotidiana para muchas.”
Por su
parte, Paula Sosa, coordinadora de la Oficina Por la Igualdad de Género contra
las Violencias y la Discriminación de la UNSJ dijo: “En la oficina recibimos
denuncias por distintos actos de violencia, tanto en las etapas iniciales
—cuando apenas comienzan los episodios— como cuando la víctima ya no puede
sostener más la situación. No se trata solo de violencia de género, sino
también de otras manifestaciones que afectan la convivencia.
En el
último tiempo, hemos notado una creciente dificultad entre trabajadores,
trabajadoras y distintos estamentos de nuestra universidad para convivir en los
espacios laborales. Muchas de las situaciones que se presentan tienen que ver
con conflictos cotidianos, desacuerdos y falta de comunicación. Por eso creemos
que es necesario recomponer ciertos acuerdos básicos de convivencia, establecer
límites claros y promover el respeto mutuo.
Aun
así, en cuanto a las situaciones de violencia más graves, podemos decir que en
nuestra universidad no convivimos con una escalada preocupante, y eso es
gracias a que la oficina funciona como un espacio de escucha y contención al
que muchas mujeres recurren —ya sean estudiantes, docentes o nodocentes— cuando
sienten alguna forma de vulneración. Ese trabajo preventivo nos ha permitido,
en varios casos, desarticular conflictos antes de que escalen”.