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Sismógrafos caseros y héroes anónimos

Un texto acerca del terremoto del 15 de enero de 1944.

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Texto de Elio Noé Salcedo para Revista La U Desde siempre, debido a su conformación geológica, Cuyo ha sufrido movimientos sísmicos que han causado tremendas catástrofes a lo largo de su corta historia, tanto en Mendoza como en San Juan. Así sucedió en mayo de 1782, marzo de 1861, octubre de 1894, agosto de 1903, julio de 1917, diciembre de 1920, abril de 1927, mayo de 1929, enero de 1944, junio de 1952, septiembre de 1972, noviembre de 1977, enero de 1985… Es a raíz de ello que la población cuyana inventó una especie de avisadores caseros de semejantes catástrofes, con la intención de preanunciar los sismos y captar los primeros sacudimientos imperceptibles que ponían en alerta máxima a la población con el fin de poder ganar oportunamente la calle antes de que ocurriera lo peor. En aquellos días de 1944, los aparatos más usuales eran unos artísticos triángulos de metal con un pequeño badajo que oscilaba al primer movimiento, produciendo un tintineo de mayor o menor intensidad según la magnitud del temblor. Estos sismógrafos caseros se colocaban en la mesita de luz y eran de una eficacia extraordinaria, sobre todo para las personas insensibles a la percepción de los temblores.[...] Leer esta nota en revista La U