NOTICIAS UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN

Revista La U

Los caudillos y la democracia

La historia argentina registra dos tipos de democracia: la de los caudillos o de las masas y la democracia de la elite. Nota de Elio Salcedo

...
Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en Whatsapp Compartir en LinkedIn

El autor Elio Salcedo rescata los fundamentos que en esa línea de pensamiento sobre los tipos de democracia en Argentina expone Juan Bautista Alberdi.

“Hombre de Paraná” y de la Confederación Argentina, polemista nacional contra el Sarmiento elitista y cosmopolita, crítico sagaz de la historia mitrista, denunciante de la criminal guerra del Paraguay y precursor del revisionismo histórico, ese Alberdi realiza el primer estudio serio sobre la democracia y la representatividad de las mayorías en nuestro país. Es a través de “Grandes y pequeños hombres del Plata” que el pensador provinciano nos permite revisar categorías históricas y sociales; entrever las consecuencias de ese relato ideológico contrario a los intereses nacionales y populares de ayer, de hoy y de siempre; descubrir la ligazón que ese relato tiene con el presente; y en última instancia, saber también cómo se ha escrito la historia. En el capítulo XXX del libro citado (1), Alberdi plantea esta tesis: “Los caudillos son la democracia”, pero “como el producto no es agradable, los demócratas lo atribuyen a la democracia bárbara”. Esa es la razón, fundamenta, por la que “ellos admiten dos democracias, una bárbara, es decir, popular, indisciplinada, tumultuosa, como la condición del pueblo en todas partes; otra inteligente, es decir, anti popular, reglada, disciplinada”. Es curiosa la repetición de la historia, en el siglo XIX, en el siglo XX y en el siglo XXI: por una razón u otra, a esa clase de “demócratas” lo que les desagrada son los intereses nacionales y la voluntad popular que está detrás de los caudillos. Para este Alberdi, “el caudillo supone la democracia, es decir, que no hay caudillo popular sino donde el pueblo es soberano”: “Es el jefe de las masas, elegido directamente por ellas, sin injerencia del poder oficial (judicial, administrativo o mediático), en virtud de la soberanía de que la revolución ha investido al pueblo todo, culto e inculto”. En definitiva, el caudillo “es el órgano y brazo inmediato del pueblo, en una palabra, el favorito de la democracia”. (...)


Leer la nota en Revista La U