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Primera función de mayo

La Orquesta Sinfónica brinda un nuevo concierto con tres grandes obras

Será este viernes 3 de mayo en el Auditorio Juan Victoria a las 21.30.

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El Centro de Creación Artística y Orquestal y la Orquesta Sinfónica de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes (FFHA) de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), informan que este próximo 3 de mayo se realizará una nueva función en el Auditorio Juan Victoria a las 21.30, con entrada es libre y gratuita.

La orquesta interpretará tres grandes obras con la dirección del maestro Pablo Bocchimuzzi:

1 - El Aprendiz de Hechicero- Paul Dukas -

Considerada la obra más célebre del compositor, El Aprendiz de Hechicero de 1897 es una verdadera joya de la orquestación. Ganó enorme popularidad gracias a su inclusión en la película Fantasía de Walt Disney, donde fue inmortalizada por Mickey Mouse. La historia se inspira en el poema homónimo de Goethe y narra el desafortunado intento de un aprendiz por hechizar una escoba para que le ayude a cargar baldes de agua, resultando en una desastrosa inundación que solo será detenida por su maestro, el hechicero.

2- El Lago Encantado - Anatoly Liadov -

El Lago Encantado, Op. 62, tuvo su estreno en San Petersburgo el 21 de febrero de 1909, dirigido por el propio compositor. El mismo se refirió a la obra como un cuadro de fábula. Es en efecto una maravilla de serenidad mística, donde las aguas se agitan suavemente bajo cielos estrellados, en sugestivos cambios de acordes de terceras y novenas mayores y menores apoyados en profundos puntos de pedal, con los "encantados" sonidos del arpa, la celesta, y los delicados trazados de flauta.

3 - 7ma Sinfonía - Serguéi Prokofiev -

La Séptima Sinfonía marcó el cierre de las grandes obras que Prokofiev llegó a completar. Según el propio compositor, su carácter sencillo se debía a su dedicación a la juventud soviética. Este estilo simple, pero a la vez profundo, crea un arco conclusivo en su ciclo sinfónico que se conecta con la misma sencillez de su primera sinfonía. Siguiendo la forma tradicional de cuatro movimientos, Prokofiev nos sumerge en un sinfín de colores y combinaciones instrumentales. Su estreno en 1952 fue la última aparición pública del compositor y tras su muerte cinco meses después, deja detrás un legado inigualable en el mundo de la música sinfónica del siglo XX.