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Participarán también las distintas formaciones corales

Habrá concierto de la Orquesta Sinfónica en conmemoración a los 50 años de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes

Será el viernes 31 de octubre a las 21 en el Auditorio “Juan Victoria”, con entrada libre y gratuita.

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El Centro de Creación Artística Orquestal de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes presenta una nueva función de la Orquesta Sinfónica el viernes 31 de octubre a las 21 en el Auditorio “Juan Victoria”, con entrada libre y gratuita.

El concierto será en conmemoración del 50° Aniversario de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes.

Participan en la función del Coro de Niños; el Coro Pre-Universitario, y el Coro Vocacional. Como solistas estarán Facundo Martínez, Johana Castro, Emilio Torres, bajo la dirección general de Wolfgang Wengenroth.

 

Las obras que se interpretarán son:

Obertura Académica, op. 80 de Johannes Brahms.

En 1879, la Universidad de Breslau concedió a Brahms el título de doctor honoris causa. Fiel a su carácter, el compositor decidió corresponder con una obra que, lejos de ser solemne y grave, resultó ser un homenaje lleno de humor y vitalidad: la Obertura Académica, estrenada en 1881. Brahms la definió en broma como un “popurrí de canciones estudiantiles”, pero la obra es mucho más que eso: integra melodías populares universitarias alemanas en un tejido sinfónico denso y magistral, en el que el contrapunto y la orquestación muestran el genio del compositor. El clímax final con el Gaudeamus igitur convierte esta partitura en una celebración jubilosa del espíritu académico, capaz de unir erudición y frescura juvenil.

Misa en sol mayor, D 167 de Franz Schubert

Compuesta en 1815, cuando Schubert tenía apenas 18 años, esta misa sorprende por su madurez expresiva. A diferencia de las grandes misas de tradición vienesa, es una obra de dimensiones modestas, con acompañamiento de orquesta ligera y coro, pero de enorme lirismo. La claridad del estilo clásico se entrelaza con un espíritu juvenil lleno de ternura. La escritura vocal es directa, transparente y transmite una espiritualidad sincera y sin artificios.

La frescura melódica y la calidez juvenil de esta misa la convierten en una de las joyas tempranas del catálogo sacro de Schubert, muy apreciada por su transparencia y sinceridad.

Laudate pueri, MH 422 de Michael Haydn.

Michael Haydn, hermano menor de Joseph Haydn, desarrolló gran parte de su carrera en Salzburgo, donde fue un apreciado compositor de música sacra. Su Laudate pueri, sobre el texto del Salmo 113, es un ejemplo luminoso de su estilo: claro, equilibrado y profundamente devocional. Alterna secciones corales y solistas con un uso magistral del contrapunto, pero siempre al servicio de la expresividad espiritual.

La interpretación por un coro de niños refuerza aquí la dimensión de pureza y candidez del texto, en el que se exalta la grandeza de Dios desde una mirada inocente y confiada. Es un recordatorio de cómo la música sacra del clasicismo buscaba no sólo solemnidad, sino también belleza simple y accesible.

Ave María, op. 12 de Johannes Brahms.

Compuesto en 1858, el Ave Maria de Brahms es una obra breve para coro de voces femeninas (en esta ocasión interpretada por coro de niños), órgano y cuerdas. A pesar de su sencillez, muestra ya la profundidad espiritual y la riqueza armónica que caracterizarían al Brahms maduro. La textura coral es serena y fluida, con una calidez que eleva el texto mariano a un clima de recogimiento íntimo.

En la versión cantada por voces blancas, el carácter contemplativo se intensifica: la transparencia vocal de los niños sugiere una inocencia que se funde perfectamente con la oración mariana, haciendo de esta página una de las joyas tempranas del repertorio sacro de Brahms.

In Paradisum (del Réquiem, op. 48) de Gabriel Fauré.

El Réquiem de Gabriel Fauré, escrito entre 1887 y 1890, es considerado una de las obras más consoladoras de la música sacra. Lejos del dramatismo y las visiones apocalípticas de otros réquiems románticos, Fauré compone un réquiem íntimo, sereno y luminoso. El In Paradisum, que cierra la obra, es quizá su movimiento más etéreo.

El coro, sostenido por arpegios del arpa y acompañamiento orquestal ligero, canta un texto de despedida que promete al difunto ser conducido por los ángeles hacia la luz eterna. La música flota en registros agudos, con líneas melódicas ondulantes que parecen disolver las penas terrenales en un horizonte de paz. Es un final que, más que evocar la muerte, celebra la esperanza en la vida eterna.

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