NOTICIAS UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN

La Tierra, en peligro

Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía

Es hoy, 17 de junio. La bióloga de la UNSJ, Mariana Martinelli, reflexiona sobre el avance humano contra la naturaleza y la vida.

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En los escenarios actuales, cuando como nunca ha quedado a la intemperie que millones de personas viven en condiciones mínimas de subsistencia en el mundo, hacer conciencia y práctica que la Naturaleza no es infinita, y que la vida toda está relacionada y tiene un mismo origen, es quizá una cuestión que debería determinar un punto nuevo de la vida.

Hoy, de modos generales y particulares, hablando de biodiversidad, de tierras, de culturas, de usos y coberturas, de porcentajes, de mapas, entre otras innumerables y variadas alertas tempranas, las páginas oficiales dicen: se ha transformado el uso de más del 70 por ciento de los ecosistemas naturales. También publicado está que el 1 por ciento de la población mundial dispone del 80 por ciento de la riqueza. Lo cierto también, es que esa riqueza tiene como base material la Naturaleza, de la que somos parte...

Hace muchas décadas que desde la ecología “occidental” surgen preguntas que empiezan a dar cuenta de las primeras preocupaciones de que la Naturaleza es finita. ¿Cuánto se pierde de suelo?, ¿Cuáles son los costos de perder el suelo y la cobertura vegetal? ¿Cuánto vale la Naturaleza? ¿Cómo es la relación hombre-mujer-naturaleza? Desde el año 2000, a través de diversos trabajos relacionados a las plantas nativas del Monte, el agua y el suelo, intentamos aportar a la conservación y puesta en valor de la diversidad natural y cultural de zonas áridas, particularmente en San Juan (Argentina). En estas experiencias de trabajo en el secano sanjuanino, se observa que la ausencia de un enfoque agroecológico en la construcción de los grandes oasis productivos de la provincia (similares procesos transitaron otros oasis en la región, en todos debieron “domar el agua”) configura un escenario de degradación de tierras secas, tal las definiciones de organismos gubernamentales y no gubernamentales. En relación a esto, por ejemplo, a principio del 1900, se estima para el bosque hoy degradado de San Juan, una taza de extracción de dos mil hectáreas de algarrobal por año para alimentar las actividades productivas que se empezaban a configurar en la región y al ferrocarril; hoy en esos escenarios de tierras secas degradadas, históricamente explotadas insustentablemente, viven muchas comunidades rurales y suburbanas que no acceden a la tierra; estudios de caso ponen de manifiesto un acceso al agua en razón de 19 litros por persona por día en las situaciones más extremas, y donde el denominador común es la degradación severa de la tierra.

Adelantando algunas preocupaciones sobre la degradación de la tierra en toda su complejidad, desde una perspectiva agroecológica, quizá para el problema existe falta de conocimientos y comprensión sobre la profundidad y complejidad del deterioro de la tierra y su relación con las actividades humanas; quizá también sean necesarias nuevas formas de conocer y hacer, siendo especialmente importante materializar el diálogo de saberes en nuestras prácticas territoriales; por otro lado, una cuestión que se considera importante es que, en tanto al análisis de estos sistemas degradados no se incorpore la dimensión histórica del territorio y se pongan cabalmente en consideración los sistemas de conocimientos locales, los actuales conflictos territoriales en torno a los bienes comunes son de dudosa resolución.

La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció la Convención para Combatir la Desertificación (CLD-UNCCD), acuerdo internacional que relaciona el medio ambiente y el desarrollo con la gestión sostenible de la tierra, en ella se declara el 17 de junio "Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la sequía”. Hoy conmemoramos recordando que es posible la restauración ecológica de las tierras degradadas y que son posibles las transiciones hacia modos de producción y consumo respetuosos con la Naturaleza de la que somos parte; quizá nos toca avanzar hacia "una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra".