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Crónica de la Reforma Universitaria

La vuelta de Yrigoyen y las vueltas de la Reforma

El nuevo mandato de Yrigoyen auguraba buenos tiempos para los jóvenes reformistas, cuenta Elio Noé Salcedo.

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A mitad de 1928, las autoridades universitarias prácticamente habían desterrado el espíritu de la Reforma de la Casa de Trejo, por lo que un día después del 10º aniversario, el movimiento estudiantil declara la huelga sin término. No obstante, la agenda del tiempo deparaba dos sucesos inmediatos que podían traer nuevos vientos: la elección del nuevo Rector de la Universidad de Córdoba, el 30 de julio, y el segundo mandato de Hipólito Yrigoyen, que había ganado en abril las elecciones nacionales con casi el 62% de los votos. Las contradicciones de la hora, sin embargo, no serían desaprovechadas por los sectores anti yrigoyenistas para combatir el gobierno progresista de Córdoba (Enrique Martínez gobernador y Amadeo Sabattini ministro de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública) y preparar la oposición a Yrigoyen, que asumiría en octubre. Entre las medidas revolucionarias de aquel gobierno provincial –en línea con el espíritu yrigoyenista– se destacaban, entre otras, el reconocimiento de los sindicatos, la declaración del feriado obligatorio el 1 de mayo y el salario mínimo para los integrantes de la docencia titulada. Pues bien, en tanto La Voz del Interior –divorciada ya de sus pretensiones reformistas- se pronunciaba en contra de la huelga estudiantil, el diario El País, por su parte, disparaba feroces ataques contra la moralidad administrativa de los funcionarios radicales y denunciaba atropellos de la “policía personalista”, mientras al mismo tiempo daba amplia cobertura informativa al movimiento universitario, publicaba declaraciones y fotografías de los jefes reformistas y hasta reproducía la entrevista a un prominente reformista publicada en el periódico socialista La Vanguardia. Las conferencias de Saúl Taborda y la sección “Los días y las obras”, a cargo de Deodoro Roca, ahora aparecían al lado de las noticias sobre la organización del gran “congreso de la Juventud Demócrata”. Así –dice el historiador Roberto Ferrero- se iban estableciendo los lazos “para una estrecha colaboración entre los socialistas y los reformistas con los conservadores liberales de El País (Partido Demócrata), colaboración que se extenderá por algunos años, incluido el del golpe de Uriburu en 1930”. ... Leer este texto completo en Revista La U.